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¡El DIVORCIO, tampoco tiene EDAD!

Las relaciones familiares han cambiado. Se necesitan fórmulas distintas para elaborar esta nueva realidad. Fórmulas que dirijan la atención hacia un nuevo modelo basado en el respeto a la diversidad, a la autodeterminación de las personas, a una valoración de los mayores diferente al antiguo concepto de utilidad social, asociando la vejez con ausencia de valía.

Más de mil personas mayores de 70 años se divorcian cada año en España.

No es una novedad ni representan la franja de edad predominante en las separaciones, tampoco son ya piedra de escándalo ni sienten la amenaza del fuego eterno, pero siguen despertando en su entorno una serie de reacciones de sorpresa, incredulidad y hasta de rechazo.

Trinidad Bernal, doctora en Psicología y fundadora de la Fundación Atyme, lleva 30 años mediando entre parejas que, de forma unilateral o de común acuerdo, se enfrentan a una separación.

“Casi siempre se intenta buscar una explicación para la ruptura”, explica, “intenta achacarse a una causa concreta, un caso de infidelidad o de malos tratos, pero la gran experiencia que tenemos nos dice que en la mayoría de los casos no tiene que ver con nada de eso, ni siquiera con la infidelidad. También están muy equivocados los que piensan que la gente se separa por modas o por capricho. Generalmente es una decisión que lleva años madurándose. Años en los que uno va mascullando su historia, apoyándose en cosas que ocurren en la pareja para decirse a sí mismo: ¿ves cómo tengo que separarme? Y por eso es tan diferente la historia que vive esa persona de la de su pareja, que un día escucha con asombro: ‘Vamos a separarnos”, comenta Trinidad Bernal.

 

A Trinidad Bernal y a Francisco Iglesias, también psicólogo de Atyme, les sigue llamando la atención un aspecto en particular: “A veces tú escuchas la historia de ambos por separado y te preguntas: ¿pero han vivido juntos durante toda una vida? Son la misma pareja y te están contando historias absolutamente distintas, y sabes que son ellos porque coinciden los nombres de los hijos y los lugares donde van de vacaciones, porque si no pensarías que te has equivocado de expediente”.

Trinidad Bernal, la fundadora de Atyme, explica que:

efectivamente, algunas de las personas que se separan tan mayores “no lo hicieron en su momento” debido a la presión social e incluso religiosa: “La separación estaba muy estigmatizada en este país. Yo recuerdo que en los primeros años se vivía con verdadero pavor el momento de decirlo en la familia. Incluso mucha gente lo hacía y no lo decía ni en su trabajo ni en ningún sitio para que no trascendiera. Ahora muchos se deciden a dar un paso largamente meditado porque el peso social es menor. Te quedas con el peso propio, pero no arrastras además los comentarios de tu familia diciéndote ‘¿tú qué vas a hacer, te lo has pensado bien? Estás loca, vas a romper tu familia, ¿qué va a ser de tus hijos?’. Era tremendo…”.

 

La situación ha cambiado radicalmente. Dicen Trinidad Bernal y Francisco Iglesias que, ya sin tanto peso social a sus espaldas y con la cuestión de los hijos resuelta, un momento crítico en el que se producen las separaciones es el de la jubilación: “Hay personas que están acostumbradas a pasar el día fuera por el trabajo y cuando la vida laboral se termina, se dan cuenta de que no quieren compartir su vida con una persona con la que ya no comparten aficiones o chocan por cuestiones que a los demás nos pueden parecer insignificantes. El hombre que pensó que con la jubilación llegarían los viajes y se da cuenta de que ella no se quiere separar de los nietos. O uno que llegó y nos dijo: ‘Me encanta esta mesa tan ordenada. No aguanto el desorden de mi casa’. Y aquel de las alitas de pollo. Le dijo a su mujer que se separaba porque se empeñó en ponerle una alita de pollo más en el plato. Le dijo: ‘¡Me separo!’. Y ella, claro, se quedó sorprendida. Pero aquello fue para él la gota que colmó el vaso, su manera de sacar a relucir que no podía más. También hay mujeres que deciden terminar la relación después de superar una enfermedad grave, de un cáncer de pecho, por ejemplo. O de la muerte de un familiar muy querido. Se dan cuenta de que el hombre que tenían al lado no supo o no pudo o no quiso darles cariño y compañía. Y si alguien no sabe responderte en esos momentos, te cambia radicalmente la visión que tenías de esa persona y decides separarte”.

La Fundación Atyme es una entidad privada, sin ánimo de lucro, no confesional e independiente, cuyo objetivo es promover entre la población la mediación y otras formas pacíficas de abordar los conflictos.

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Fuente: El País y Fundación Atyme colaborador de 60ymucho+