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Practicar el golf para vivir más años y fortalecer la salud

Practicar golf al menos una vez al mes está relacionado con una reducción en el riesgo de sufrir ataques al corazón e infartos cerebrales en las personas mayores. Así lo muestran los resultados de una investigación que se presentará en la Conferencia Internacional sobre Accidentes Cerebrovasculares 2020, en Los Ángeles a la que asistirán médicos de todo el mundo centrados en la salud cerebral.

El golf aporta beneficios a los mayores y especialmente a aquellas personas que han sufrido ataques al corazón o ictus. Se trata de una actividad física al aire libre y social, con un ritmo de esfuerzo mínimo que el propio jugador puede contralar.

«Nuestro estudio puede ser el primero en su categoría que haya evaluado a largo plazo los beneficios del golf, uno de los deportes más populares entre las personas mayores de muchos países», afirma Adnan Qureshi, neurólogo y profesor de la Universidad de Misuri en Columbia (EE.UU.) y primer autor. En base a sus conclusiones, recomiendan que las Guías Oficiales para la Actividad Física de Departamento de Salud y Servicios Humanos de Estados Unidos incluyan este deporte entre las opciones.

Los investigadores emplearon datos del Estudio de Salud Cardiovascular para llegar a estos resultados, un informe sobre los factores de riesgo sanitario vinculados a las enfermedades cardiovasculares en adultos a partir de los 65 años.

De los 5.900 participantes con una edad promedio de 72 años, los investigadores identificaron a 384 como «golfistas habituales». Un 41,9% eran hombres, y por tanto con una mayor predisposición natural a sufrir problemas arteriales. Al término del trabajo, el 8,1% de los golfistas había sufrido infartos cerebrales y el 9,8%, un ataque al corazón.

Puede parecer una tasa alta, pero hay que compararla con la población general que no practicaba regularmente deporte: las muertes entre no-golfistas alcanzaban el 24,6% del total mientras este porcentaje era casi diez puntos inferior entre los golfistas: un 15,1%. «Las caminatas y el jogging de baja intensidad pueden ser ejercicios comparables», apunta Qureshi. «Pero carecen de la emoción competitiva del golf».

Siendo un estudio observacional, el principal factor que queda por determinar si existe un mecanismo directo y específico entre el golf y la reducción de riesgo de infarto o ataque.