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Un 45% de personas con discapacidad se ven afectadas por la brecha digital

El 15 de julio se celebró el Día Internacional de las Tecnologías Apropiadas, una fecha que nos invita a analizar el impacto de las Nuevas Tecnologías en la vida para las personas con discapacidad. En este contexto como se viene dando después de 9 años seguidos, Fundación Adecco, con el apoyo de Keysight Technologies Spain, presenta el informe Tecnología y Discapacidad, un análisis que obtiene conclusiones en una encuesta dirigida a 300 personas con algún tipo de discapacidad entre 18 y 50 años en búsqueda activa de empleo.

En informes pasados, una conclusión se desprendía de forma recurrente: las nuevas tecnologías y la Inteligencia Artificial (IA) se han convertido en aliadas fundamentales para la mejora, normalización de la vida y acceso a un empleo para las personas con discapacidad. La irrupción de adaptaciones tecnológicas y la mayor flexibilidad que aportan dispositivos digitales, gracias a esto, muchas personas con discapacidad que hasta el momento permanecían excluidas del mercado laboral pueden aportar su talento.

La era COVID-19 alerta sobre una realidad que es obligatoria visibilizar: hay muchas las personas con discapacidad que pertenecen a la brecha digital y se encuentran con barreras para acceder a las nuevas tecnologías. Un hecho que podría llevarlas a la exclusión total dentro un contexto en el que lo digital ha adquirido la importancia que se venía prediciendo, tanto a nivel social como profesional: la búsqueda de empleo se realiza actualmente online y el teletrabajo, tan necesario en la pandemia, es posible a través de las nuevas tecnologías.

Mayor riesgo de exclusión y privación material

Las personas con discapacidad desde siempre es una parte de la población más expuesta a la exclusión, con una participación en el mercado laboral muy inferior a la media y altas tasas de desempleo. Por todos estos factores, los valores de índices de pobreza y/exclusión con respecto al resto de la población siguen siendo altos, lo peor es que no es una cuestión puntual sino que viene prolongándose de forma continuada en el tiempo.

Antes de la pandemia, 1 de cada 3 personas con discapacidad (31,3%), se encontraba en riesgo de pobreza y/o exclusión según el índice AROPE, un 28% más que el que soportaban las personas sin discapacidad. La tasa de riesgo de pobreza de las personas adultas con discapacidad alcanzó el 28,2% en 2018, la cifra más alta en toda la historia. Ante la mayor emergencia económica y social, la pobreza de las personas con discapacidad podría elevarse hasta niveles desconocidos. Según palabras Francisco Mesonero, director general de la Fundación Adecco: “desde la Fundación Adecco trabajábamos con personas con discapacidad en grave riesgo de exclusión que hoy se han visto en una situación crítica, tanto económica como socialmente. Muchos vivían en unidades familiares sustentadas por la economía irregular y con el estado de alarma perdieron toda fuente de ingresos.  Por otra parte, con gran parte de ellos veníamos trabajando en un itinerario profesional cuyas rutinas presenciales se interrumpieron de forma drástica, lo que ocasionó un gran shock emocional y el afrontamiento de una situación de aislamiento inesperada, de la que aún se están reponiendo”.

Descenso en su contratación tras el estado de alarma

Los efectos negativos del coronavirus en el empleo de las personas con discapacidad son latentes como muestran los datos de contratación publicados por el SEPE, tras el decreto del estado de alarma: después de 7 años seguidos de crecimiento en la contratación de personas con discapacidad, entre enero y mayo de 2020 se ha registrado un primer y pronunciado descenso: las personas con discapacidad han firmado 31.943 contratos, un 33,7% menos que en el mismo periodo del año anterior. Esta caída es claramente superior a la registrada para el resto de la población dada la mayor vulnerabilidad.

Fuente: Elaboración propia a partir de datos de contratación SEPE

“Nos preocupa que los meses de confinamiento marquen un punto de inflexión y se perpetúe esta tendencia negativa, produciéndose un retroceso en la igualdad de oportunidades y en la inclusión social y laboral que las personas con discapacidad habían ido alcanzando durante los últimos años. Ahora es el momento de ser consecuentes con la Agenda 2030 y no dejarles atrás en el proceso de recuperación económica, siendo el empleo la única alternativa”– destaca Francisco Mesonero.

Factor de inclusión social y laboral

El acceso a las nuevas tecnologías constituye un indicador clave para medir la pobreza, la exclusión social y laboral de los diferentes segmentos de la población. Un hecho que se ha demostrado durante el estado de alarma, el papel de lo digital ha sido fundamental para mantener las relaciones sociales y el trabajo, a través de maneras telemáticas.

Las nuevas tecnologías han sido la ventana al mundo durante la cuarentena, para las personas con discapacidad han representado una forma imprescindible para superar el aislamiento y sentirse acompañadas: un 86% de los casos. Durante el confinamiento han realizado diferentes acciones online: llamadas o videollamadas con familiares y amigos (79,3%), formación para la mejora de la empleabilidad (60,5%), compra de productos (54%) y gestiones como citas, prestaciones, etc (41,5%).

A pesar de esto, un 14% manifiesta no haber realizado ningún tipo de acción online durante el estado de alarma, siendo un grupo de mayor riesgo de exclusión social.

Fuente: Encuesta Fundación Adecco

Elevar el acceso a internet como derecho fundamental

De la universalidad de internet viene el derecho de todas las personas a acceder a éste y no solo desde el pc, sino también desde el móvil, como viene dándose desde hace años.

Los niveles de acceso a internet siguen siendo extremadamente desiguales a pesar de esa universalidad: un 10% de la población española -aproximadamente 5 millones de ciudadanos- carecen de conexión a la red, según un informe de la empresa de telecomunicaciones Eurona. Situación que afecta especialmente a zonas rurales y a personas de avanzada edad, además, de las personas con discapacidad que forman un núcleo expuesto al aislamiento digital, por culpa de los mayores niveles de pobreza y exclusión social.

Un 13% de los encuestados con discapacidad no tiene conexión a internet, el 87% restante sí dispone de conexión, un 38% reconoce no desenvolverse con soltura en el entorno online. 

Fuente: Encuesta Fundación Adecco

“La ausencia de conexión a internet y las dificultades para navegar por la red ahondan la brecha laboral entre las personas con discapacidad, en la medida en que no pueden buscar empleo a través de los canales online ni construir su marca personal, entre otros.  En la era digital, se hace evidente la necesidad de disponer de marcos legales y regulatorios que garanticen el acceso a la red como derecho fundamental y universal, en línea con la Agenda 2030. El único camino es la apuesta por la Accesibilidad Universal y el desarrollo de programas formativos que acerquen las nuevas tecnologías a las personas con discapacidad de un modo crítico, eficiente y seguro”– afirma Mesonero. 

La brecha digital

El acceso a internet es el primer paso para garantizar la igualdad de oportunidades, la brecha digital y el principio de Accesibilidad Universal van más allá de contar con una conexión, ya que existen otros aspectos técnicos, económicos y sociales. Al ser preguntados directamente por el uso y manejo de las nuevas tecnologías, casi la mitad (un 45%) declara encontrar barreras: un 42% declara que le resulta “muy complejo y avanzado su uso”, seguido de un 32% que tiene problemas de accesibilidad, al no poder manejar ciertos dispositivos debido a incompatibilidades que vienen de su discapacidad. Por su parte, un 20,6% desconfía de lo digital y teme ser engañado y/o víctima de algún fraude, mientras que un 15,9% no cuenta con recursos económicos.

Fuente: Encuesta Fundación Adecco

La escasa optimización de los canales digitales de búsqueda de empleo

Internet se ha convertido en el vehículo de búsqueda de empleo por sus ventajas, es un canal que permite:

  1. Ahorro y sostenibilidad. La persona que busca empleo online no tiene que gastar dinero en transporte, ni recursos para imprimir su currículum.
  2. Optimización de la búsqueda de empleo. A través de filtros y palabras clave, el demandante ahorra tiempo, encontrando de forma rápida y precisa las ofertas que pertenecen a su perfil profesional.
  3. Ampliación de horizontes. El profesional puede acceder a las ofertas de empleo disponibles por todo el país y a nivel mundial.
  4. Flexibilidad. No hay horarios: la información está disponible las 24 horas del día y la persona que busca empleo puede hacerlo cuando pueda.
  5. Creación de una red de contactos con otros profesionales o empresas que destaquen en el sector o tipo de puesto que se busca.
  6. Consulta de noticias sobre el mercado y/o sector laboral, actualizada y a cualquier hora del día.
  7. Construcción de la marca personal. Internet es una herramienta clave los profesionales de selección, googlean el nombre del candidato para encontrar información que les permita valorar si la persona encajaría en la compañía. El rastro digital en redes sociales, foros, blogs y webs puede ser determinante y siendo positivo, multiplica las posibilidades del demandante de empleo.

A pesar de lo fundamental de lo digital y los resultados del estudio, la escasa optimización en la búsqueda de empleo online entre las personas con discapacidad es apreciable. Es destacable cómo los canales de búsqueda tradicionales siguen teniendo importancia siendo los más usados las empresas o entidades especializadas (84,2%) y los servicios públicos de empleo (77%), también, los contactos personales (55,6%) y en el último puesto, los portales de empleo para un 53,2% de los encuestados. Un 18% utiliza apps móviles especializadas y poco más del 15,3% tiene perfil de LinkedIn.

Francisco Mesonero puntualiza: “es fundamental reforzar las competencias digitales de las personas con discapacidad y formarlas en el uso de estos canales esenciales, en aras de garantizar que puedan competir en el mercado actual con posibilidades reales”.